La transformación digital del sector de la Salud, sus cambios de paradigma, las resistencias y las potencialidades son temas de interés, análisis y abordaje cotidiano para Giselle Ricur, médica oftalmóloga pionera en el uso de la telemedicina en la Argentina. En esta entrevista, la especialista con pie internacional comparte su mirada con Telemedicina – Salud en Línea.
Giselle Ricur es médica graduada de la Universidad de Cuyo (UNCuyo) y está especializada en oftalmología, con un recorrido en telemedicina que hoy la encuentra como docente en diversas instituciones locales e internacionales, pero también como miembro activa de asociaciones y consejos de diverso porte que bregan por el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) en el ámbito de la salud.
Las tres décadas que acredita Giselle Ricur en Salud le permiten asegurar que la presencialidad forma parte del juramento hipocrático y que, por tanto, lo valora como un condicionamiento estructural que impactó en que otras industrias fueran más ágiles y flexibles en la transformación digital. Sin embargo, su recorrido exhibe una predisposición natural en ella a la modernización.
“Si hablamos de la telemedicina, como término, creo que achicamos mucho el potencial que tienen las TICs en salud, tanto para democratizar el acceso a los servicios como al conocimiento”, dice y lo firma con una trayectoria que comenzó a mediados de la década del 90, “cuando se llamaba Internet médico, ni siquiera telemedicina, y consistía en acceder a la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos a la hora que fuera, en el lugar que fuera. Eso me voló la cabeza”.
Para Ricur “siempre se trató de un tema de democratización, de accesibilidad, de que había nuevas herramientas que permitían continuar haciendo aquello que se venía haciendo, pero de una manera más eficiente, productiva y, si se quiere, más creativa”, dice y subraya el valor potenciador y complementario de la TICs para desarrollar una mejor práctica médica: “Eso me apasionó”, admite.
En la mirada de la especialista, el desafío de hoy gira en torno a la conectividad: “Siglo 21 y seguimos sin estar todos conectados”, señala y pondera que “la conectividad ya se considera un determinante social de la Salud”. Inclusive, lo es a partir de que fuera ponderado primero de los ocho rectores de la transformación digital en Salud que la Organización Panamericana de la Salud (OPS), sobre la base a la Organización Mundial de la Salud (OMS), trabaja de cara a lograr la conectividad universal del para 2030.
“Hoy, la Revolución 4.0, la era de la información que estamos viviendo exige estar conectado pero, si lo miro en retrospectiva, siempre se trató de eso, de democratizar el acceso a la información, al conocimiento, para luego poder dar o recibir servicios”, dice y resume que “para mí las TICs son un puente”.
Del mismo modo, esta especialista comparte con la tendencia del organismo multinacional en hablar de Salud Digital y de hacerlo en un sentido holístico: “Ya no es sólo enfrentar una enfermedad o un episodio, hablamos de un continuo del cuidado que es inclusivo y transparente, como el home banking”.
El ejemplo sirve, rápidamente, para repreguntar por qué, entonces, no sucede en Salud lo que es cotidiano en Banca y la respuesta, simplificada, involucra una resistencia al cambio generalizada entre los médicos que, “a pesar de ser un early adopter natural, no puede traspasar el monitor y establecer el vínculo que necesita tener con el paciente para sentirse seguro con lo que hace”.
Y entonces, la discusión es filosófica y ética, pero para ella se resuelve fácilmente al ponderar que “sólo cambia la herramienta” y no el acto médico, ni su seguridad, ni su privacidad, ni su confidencialidad. “No nos enseñaron a comunicarnos de otra manera”, admite y lo compara con la naturalización que tienen las nuevas generaciones en el intercambio virtual.
“Pero también es un tema económico porque todas las acciones de la Banca tienen aparejada una ganancia y en Salud, a veces, los servicios son intangibles e implican extender una receta en un pasillo hospitalario”, compara y subraya, además, que hay una resistencia a la inversión.
En el recorrido de la entrevista, Ricur vuelve a la Salud Digital para subrayar que la Historia Clínica Electrónica (HCE) es “la piedra fundacional, la que dispara todas las transacciones que se sucederán en ese ecosistema digital”, dice y ubica a la telemedicina como una parte más de ese todo, uno al que la pandemia le pateó el tablero “y ahora se está rearmando”.
Y la apropiación cultural es parte de este proceso que es tecnológico pero que también es paradigmático y en el análisis que hace la especialista hay dos ejemplos claros de esa transición: uno que involucra a Estados Unidos, donde la telemedicina es una práctica extendida desde hace mucho tiempo porque el dispositivo de comunicación para la consulta de rutina era el teléfono; y otro que se desarrolla en la América profunda.
Ese otro ejemplo se dio en Panamá, donde amigos de Ricur lanzaron una red de Salud que involucró hablar con tres comunidades originarias y trabajar codo a codo con su Chamán, e instalar un teléfono satelital que, naturalmente, requirió de la realización de un rito sagrado para poder utilizarlo. El resultado de esta experiencia de intercambios e intermediarios culturales fue positiva: pudieron tratar muchas enfermedades tropicales, sencillas y severas que, hasta ese momento, azotaban a esas comunidades.
A la hora de profundizar en los marcos legales y las políticas, Ricur mira los faltantes y considera que la Ley de teleasistencia “quedó muy light” pero valora también las intenciones, las búsquedas y las gestiones válidas en torno a una agenda de Salud Digital, local y regional.
“El andamiaje se está creando. Creo que faltan guías de mejores prácticas, manuales de procedimientos estándar… eso que uno a veces necesita para saber cómo hacer algo. Y creo que hay un gran desafío por delante”, sentencia e insta al rol que deberían jugar allí las asociaciones como la Asociación Médica Argentina (AMA) y la Asociación Civil de Telemedicina de la República Argentina (Actra), esta última en la que Ricur es vocal.
“¿Y qué necesitamos? Alianzas estratégicas público-privadas, en la que trabajar todos de la mano”, interpela esta especialista en relación a la necesidad de invertir, de cablear, conectar y de generar políticas porque “si no estamos comunicados, no hay nada; algo que en pandemia se vio claramente”.