10 octubre, 2024

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Investigan uso de RV con narrativa para tratar el dolor agudo

La Realidad Virtual (RV) es una tecnología que simula escenarios reales o de fantasía  y que tiene el propósito de generar la sensación de estar “presente” en esos lugares. Se coloca a la persona dentro de un ambiente recreado digitalmente que la motive a compenetrarse en la experiencia y le resulte difícil a sus sentidos ignorarla. En procedimientos médicos dolorosos, se demostró que la RV educe los niveles de dolor, incomodidad y molestias asociadas a situaciones aversivas, al enfocar “la mente en otro lado”. Y, recientemente, también se demostró que las narrativas asociadas a la RV mejoran los efectos analgésicos.

Para Walter Carlos Krainbuhl, investigador del Laboratorio de Psicología Experimental de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), “se cree que la ilusión de presencia sería –al menos en parte–, la responsable de la exitosa reducción de dolor observada en personas que utilizan la realidad virtual”. Y lo mismo ocurre, según él, “con la terapia de exposición virtual para las fobias o el trastorno de estrés postraumático”.

A diferencia de las técnicas tradicionales de relajación, respiración y distracción; que requieren especialistas con entrenamiento que guíen los ejercicios y cierta capacidad de concentración e imaginación por parte de quien las practica; la RV tiene la ventaja de captar fácilmente la atención, sin demandar demasiado esfuerzo de parte de quienes la utilizan.

RV para aliviar el dolor. Desde 2017, Krainbuhl viene desarrollando una serie de experimentos en este campo. Quienes participan deben introducir su mano en una cubeta con hielo y agua (prueba de criopresión), mientras se encuentran en una experiencia de realidad virtual.

“En esas condiciones, registro el tiempo que cada persona mantiene la mano en el líquido helado. Mido tolerancia al dolor, la noción del tiempo transcurrido, si la experiencia le resultó agradable y otras variables, como la presión arterial, la frecuencia cardíaca. Luego voy comparando contra condiciones control, bajo diferentes experiencias de realidad virtual”, explica.

Distintos trabajos teorizan que cuanto más intensa sea la ilusión, mayor cantidad de recursos atencionales se dirigen hacia ella, lo cual reduce su disponibilidad para procesar otras señales entrantes, como las del dolor. Es así como en el campo de la intervención sanitaria, esta tecnología es cada vez más popular y pasó a ser considerada una herramienta no farmacológica para el manejo del dolor durante procedimientos médicos.

“En el alivio de dolor, trabajamos interviniendo mecanismos atencionales, con la distracción. Se sumerge a la persona en una experiencia que le resulte agradable y gratificante. Interviene mucho su subjetividad, pero hay vivencias placenteras para la mayoría, como estar en una playa”, ejemplifica Krainbuhl.

“Que una persona postrada en la cama o con un postoperatorio largo pueda irse de dicha situación por un rato, aunque sea 20 minutos diarios, ayuda a su recuperación, alivia el dolor emocional y físico. Mucha gente ve tele o usa una tablet para distraerse. La realidad virtual es parecida, pero al ser inmersiva su efecto es mucho más fuerte, la sensación de presencia, de ‘estar dentro’ es mucho más profunda. Varios estudios demuestran que aplicar realidad virtual para aliviar el dolor reduce el uso de analgésicos, con lo cual hay menos efectos secundarios”, comentó el investigador.

Narrativa fundamental. A pesar de la evidencia científica sobre la eficacia de la RV como técnica para aliviar el dolor, no había hasta el momento estudios que evaluaran si incluir narraciones terapéuticas en esos escenarios virtuales puede mejorar aun más sus efectos analgésicos.

Para indagarlo, Krainbuhl utilizó una aplicación diseñada para ayudar a las personas a practicar diferentes técnicas de relajación, respiración y meditación en escenarios virtuales.

Participaron 62 personas divididas aleatoriamente en dos grupos experimentales. A ambos se les brindó el mismo escenario virtual durante cinco minutos, con idénticas condiciones excepto por la narrativa terapéutica. A uno de los grupos se les proporcionó, además, un audio con una técnica de relajación centrada en el control de la respiración. Comienza con seis sonidos iguales, uno por segundo, y le sigue una música suave que va ascendiendo en intensidad y volumen.

La narrativa comienza a los 80 segundos del audio. Se focaliza en la respiración automática y en la toma de conciencia en la inhalación y la exhalación. Va recorriendo las partes del cuerpo que intervienen únicamente en la respiración (nariz, abdomen, boca, pecho).

“Son ejercicios de toma de consciencia, no de control de la respiración. Se eligió este audio dado que involucra órganos y partes del cuerpo diferentes a las utilizadas en la prueba de criopresión (brazo y mano). El objetivo de la narrativa terapéutica fue la focalización de la atención por fuera de las zonas que estaban bajo el proceso del dolor”, explica Krainbuhl.

Los resultados mostraron que el grupo con narrativa terapéutica evidenció una mayor tolerancia al dolor. Sus integrantes registraron mayores tiempos de mantenimiento y tolerancia total en la prueba de criopresión. De este modo, quienes participaron de la condición “con narrativa” fueron capaces de tolerar el dolor un 85% más de tiempo respecto al conjunto que no recibió ese estímulo extra, tuvieron una percepción más rápida del tiempo y de mayores niveles de diversión.

 

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